Humberto Maturana.
Nace en Chile en 1928, es Biólogo, estudió medicina en la
Universidad de Chile (1948), continuando sus estudios en Inglaterra en la
University College of London (1954).
Estudió Anatomia y Neurofisiologia y de
ahí hizo un doctorado en Harvard (1958). Estuvo enfocado en el operar del
sistema nervioso con respecto a la fisiología de la visión, desarrollando una
tesis que estudiaba la estructura del nervio óptico de la rana.
Corriente ideológica
La corriente ideológica a la que pertenecía Maturana es el
constructivismo epistemológico que es una corriente del pensamiento surgida
hacia mediados del siglo xx de la mano de investigadores de disciplinas muy
diversas (psiquiatras, físicos, matemáticos, biólogos, etc).
Esta corriente lo llevo
a configurar varias teorías del conocimiento que veremos mas adelante.
Principales teorías o aportes que desarrolló Maturana.
La famosa teoría Autopoiesis de la cual escribieron un libro
llamado "De máquinas y seres vivos". Esta teoría dice que los seres están
caracterizados como máquinas “autopoiesis”, es decir que están en continua producción de si mismos,
de modo indefinido.
Maturana convierte a la razón como instrumento del lenguaje.
Propone al lenguaje como constructor de realidades y es aquí que el individuo
se convierte en un creador, instructor y configurador del mundo.
El plantea que el hombre és gracias al lenguaje y el lenguaje és gracias
a la esfera social donde se desenvuelve el hombre, entonces Maturana expone que
el sentido que se da en una esfera lingüística ésta misma se da sólo en el
convivir. Entonces el lenguaje es la capacidad generada por el acontecer
social, esto lleva al hombre a inventar y regenerar un sentido de vida único y
totalmente verdadero.
En la segunda obra "El árbol del conocimiento" (1984) trata de revelar las bases del proceso humano desde una perspectiva biológica,
plantearse el problema del conocimiento no de una perspectiva del sistema
nervioso, sino de una perspectiva completa del ser vivo.
El lenguaje gracias a su plasticidad es, según Maturana, una coordinacion concensual de coordinacion de acciones en donde participa la conducta del individuo (emoción y experiencia) como agente generador del mismo. El ser humano es el unico capaz de coordinar una red linguistica con la cual se coordinara un espacio de convivencia, instaurándose el fenómeno social como un fenómeno linguistico.
La diversidad de redes linguisticas no es mas que la diversidad de estructuras culturales, donde se desarrollan las distintas comunidades logrando el concenso linguistico. Cada comunicólogo pertence a una determinada red linguistica y tendrá un acercamiento más sensible, más idoneo y más cercano.
El estudio del lenguaje y la comunicación desde el enfoque que propone Maturana respeta el contexto del sujeto y le impone una responsabilidad como creador de realidades. Nos ofrece un panorama constructivista sobre el ser vivo, la realidad y la biología.
El estudio de la comunicación puede verse no como un sistema de valores sino como una red lingüística perteneciente a una comunidad del convivir. La comunicación entiende al lenguaje no como una capacidad sino como un fenómeno social capáz de construir realidades pertenecientes al sujeto, el medio y las estructuras biológicas.
Es así como Maturana aporta un espacio lingüístico constructor, generador y modificador de realidades, sujetos, medios, experiencias, sentidos y percepciones.
¿Cuál es el concepto de educación para Maturana?
La noción de servir es una noción relacional; algo sirve para algo en relación a un deseo, nada sirve en si. En el fondo la pregunta es ¿qué queremos de la educación? No se puede considerar ninguna pregunta sobre el quehacer humano en lo que se refiere a su valor, a su utilidad, o a lo que uno puede obtener de él, si uno no se pregunta lo que quiere. Para saber si sirve la educación debemos preguntar ¿qué queremos de la educación?, ¿qué és educar?, ¿para qué queremos educar?, y en último termino ¿qué país queremos?
Debemos reflexionar si tenemos un proyecto de pais, debemos prepararnos para devolver al país lo que hemos recibido de él, es un compromiso en un proyecto de responsabilidad social, en la construccion de un país que busca el bienestar de la comunidad nacional. El dilema es escojer entre prepararse para competir en un mercardo profesional y el impulso de la empatia social que los lleva a desear cambiar el orden politico, cultural y generador de excesivas desigualdades que traen pobreza y sufrimiento material y espiritual. La diferencia entre prepararse para devolver al país y prepararse para competir en el mercado ocupacional es enorme. Actualmente no hay coincidencia entre el propósito individual y el propósito social porque cuando uno se forma como estudiante para entrar en la competencia profesional uno hace de su vida estudiantil un proceso de preparación para participar en el mercado de la libre y sana competencia. La competencia no es y no puede ser sana porque se constituye en la negacion del otro.
Los jóvenes chilenos estan ahora empujados por el sistema educacional actual a formarse para realizar algo que no esta declarado como proyecto nacional pero que configura un proyecto nacional fundado en la lucha y la negación mutua bajo la invitación a la libre competencia.
¿Qué
es educar?
El
educar ocurre todo el tiempo de manera recíproca, como una transformación
estructural contingente a una historia en el convivir en el que resulta que las
personas aprenden a vivir de una manera que se configura según el convivir de
la comunidad donde viven. La educación como “sistema educacional” configura un
mundo y los educandos confirman en su vivir el mundo que vivieron en su
educación. Los educadores, a su vez, confirman el mundo que vivieron al ser
educados en el educar.
La
educación es un proceso continuo que dura toda la vida y que hace de la
comunidad donde vivimos un mundo conservador en lo que educar refiere. Hay dos épocas
o períodos cruciales en la historia de toda persona que tienen consecuencias
fundamentales, estas son, la infancia y la juventud. En la infancia el niño
vive el mundo en que se funda su posibilidad de convertirse en un ser capáz de
aceptar y respetar al otro desde la aceptación y respeto por sí mismo. En la
juventud se prueba la validéz de ese mundo de convivencia, es el comienzo de
una vida adulta social e individualmente responsable.
Como
vivamos, educaremos, y conservaremos en el vivir el mundo que vivamos como
educandos. Y educaremos a otros con nuestro vivir con ellos el mundo que
vivamos en el convivir.
Vivamos
nuestro educar, de modo que el niño aprenda a
aceptarse y a respetarse a sí mismo, a ser aceptado y respetado en su
ser, porque así aprenderá a aceptar y respetar a los otros. Si decimos que un
niño es de una cierta manera: bueno, malo, inteligente o tonto, estabilizamos
nuestra relación con ese niño de acuerdo a lo que decimos, y el niño, a menos
que se acepte y respete a si mismo, no tendrá escapatoria y caerá en la trampa
de la no aceptación y el no respete a si mismo porque solo podrá ser algo
dependiente de lo que surga en su relación con nosotros. Y si el niño no puede
aceptarse y respetarse a si mismo, no puede aceptar y respetar al otro. Mas
aún, el niño que no se acepta y respeta a sí mismo no tiene espacio de reflexión
porque esta en la continua negación de sí y en la búsqueda ansiosa de lo que no
es ni puede ser.
Si la
educación no lleva a que los niños y niñas se acepten y respeten aceptando y
respetando a los demás al ser aceptados y respetados está mal y no sirve.
Si el
hacer que los niños aprendan no es un hacer en el espacio de vida cotidiana del
que vive, la educación no sirve.
Si no
lleva al niño a un quehacer (saber) que tiene que ver con su vivir cotidiano de
modo que puede reflexionar sobre su quehacer y cambiar de mundo sin dejar de
respetarse a sí mismo y al otro, la educación no sirve.
Si
lleva al niño a vivir sus errores como negación de su identidad, la educación
no sirve; si estimula la competencia y la negación de sí mismo y del otro que
trae consigo la educación no sirve.
Es
necesario que el profesor o profesora sepa como interactuar con los niños y
niñas en un proceso que no los niega o castiga por la manera de aparecer en la
relación o porque no aparecen como las exigencias culturales dicen que deben
ser, y lo pueden hacer porque se respetan a sí mismos y al otro.
Si la
educación se funda en la competencia, en la justificación engañosa de ventajas
y privilegios en una noción de progreso que aleja a los jóvenes del
conocimiento de su mundo limitando su mirada responsable hacia la comunidad que
los sustenta, la ecuación no sirve.
¿Para
qué educar?
Para
recuperar la armonía fundamental que no pretende dominar el mundo natural, sino
que quiere conocerlo en la aceptación y respeto para que el bienestar humano se
de en el bienestar de la naturaleza en que se vive.
Para
esto hay que aprender a escuchar y mirar sin miedo a dejar ser al otro en
armonía sin sometimiento.
Muy buen trabajo!!! Falta poner el nombre de los integrantes del equipo
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